Que pase el periodista


Conceição Ribeiro - Periodista


Son aburridos, descorteses, llegan casi al mismo tiempo que las autoridades. Hay quien los llama de buitres y quien reconoce su valor. En un contexto de emergencia están en todas partes, preguntan de todo a todos. Detrás de policías, personal médico, bomberos y demás agentes de protección civil, siempre hay periodistas. ¿Es realmente necesario? ¡Si es! Más que en cualquier otro espacio, es en el teatro de operaciones de emergencia donde el periodismo cumple su función social.

17 de junio de 2017. Los termómetros rondan los 40 grados. Una combinación de condiciones climáticas, sequía generalizada, terrenos por limpiar, una vasta área de bosques de pinos y eucaliptos, alimenta un fuego extremadamente agresivo y provoca una tragedia en Pedrogão Grande y en los municipios vecinos. Sesenta y cinco personas perdieron la vida huyendo de las llamas, otras 253 resultaron heridas, cuarenta y tres mil hectáreas de matorrales y bosques fueron devoradas en el transcurso de seis días, varias casas fueron destruidas.

Y ahí estaban, los periodistas. Irritante. Casi estorbando.

¿Y si no estuvieran? En un momento de uso generalizado de las redes sociales, ¿Cómo sería depender de imágenes e información separadas, fuera de contexto, sin filtros, sin encuadres, sin referencia a fuentes, para acompañar y comprender la tragedia con el mayor número de víctimas registradas en Portugal? ¿Cómo sería tener un familiar en la zona de incendio y no tener acceso a datos concretos e información confirmada sobre lo que estaba pasando en el lugar?

Los rumores y la información falsa pueden exacerbar la crisis y generar pánico en la comunidad.

El acceso de los periodistas al teatro de operaciones tiene la doble función de informar sobre lo que ocurre en el lugar y permitir que las autoridades locales transmitan información relevante. En estos momentos se conjugan los principios normativos de la profesión y la idea de servicio público aflora.

Ocurrió en Pedrogão, pero también en Serra do Caldeirão, Monchique y muchos otros lugares. Durante y después de la tragedia, los medios de comunicación divulgaron convocatorias, informaciones o contactos que facilitaron a los responsables de las operaciones de rescate dar indicaciones específicas sobre caminos a evitar, hospitales de campaña en funcionamiento, puntos de almacenamiento de donaciones, localización de personas o animales desaparecidos, entre otros datos relevantes.

Además del derecho legal de acceder a las fuentes de información, en momentos críticos los periodistas ya han demostrado que pueden y son socios en el esfuerzo de normalización “post-evento”. El informe de lo que está pasando y el escrutinio durante y después de cada crisis es una muestra de transparencia que acerca a los ciudadanos a las entidades involucradas. Si las personas tienen acceso a la información correcta, pueden evaluar y comprender las respuestas de los servicios de emergencia. Si estas respuestas son de dominio público, los formuladores de políticas se sienten obligados a modificarlas y mejorarlas en el futuro. Todos ganan.

Por su parte, es importante que los responsables de las operaciones de socorro mejoren la integración de los periodistas “molestos” y persistentes en el teatro de operaciones. La definición con los medios de los espacios y tiempos de captación de imágenes, una estrategia de comunicación en crisis, el tipo de datos a informar, la designación de un vocero o enlace que pueda actualizar periódicamente los datos relevantes y la definición de los canales a través de los cuales debe circular la información oficial asegura datos confiables para los periodistas y reduce el margen de error o la propagación de rumores.

Es cierto que la cantidad de empresas de comunicación, los múltiples equipos en el terreno, los informes directos del lugar y las constantes actualizaciones,  minuto a minuto, ejercen una presión sobre el mando de las operaciones de rescate que es difícil de conciliar con las demandas por las continuas respuestas de emergencia. De ahí la importancia de contar con un vocero, con capacitación y foco en la comunicación, que asegure el flujo de datos y al mismo tiempo ajuste los mensajes de orientación a la comunidad.

En un contexto de crisis, con muchas víctimas, operaciones en curso, manejo de medios, presión política y mediática y zozobra social, la integración de medios no es una opción. Tiene que ser una realidad. A pesar de algunas desviaciones, que las autoridades competentes deben sancionar, el periodismo se guía por principios normativos y legales, un código deontológico y libros de estilo. En caso de tragedia, los profesionales deben guiarse por la verdad y el rigor y acercarse a las víctimas con respeto, sensibilidad y sentido común. Velar por el cumplimiento deontológico del periodismo es una tarea de estos profesionales, que no debe pesar sobre los hombros de quienes tienen la tarea de responder a la emergencia en el terreno. El tiempo que a veces se pierde en el lugar definiendo si los medios pueden acercarse o no, en qué circunstancias y en qué condiciones los equipos de emergencia deben trabajar, hace que quede claro que las autoridades deben centrarse en la situación concreta y que los periodistas, cuya preocupación es recopilar información de forma rápida y eficientemente, lo hagan también.

Las acciones formativas conjuntas y la definición de planes de comunicación en un contexto de riesgo, que se anticipan a las necesidades que ambos grupos van a sentir sobre el terreno, están a medio camino para que en momentos de crisis, todos los grupos llamados al espacio colaboren y no se atropellen. 



“Nosotros y otros”/ Artículo de la revista científica Lifesaving vol1 N2

El papel de los medios de comunicación en los teatros de operaciones